La Unión Europa se esfuerza desde hace años en tomar medidas que palíen los efectos de su actividad económica e industrial sobre el cambio climático, pero otros países o regiones más contaminantes en el mundo, como EEUU, China o Rusia, no lo hacen con la misma determinación. ¿De qué sirve entonces ese mayor esfuerzo que hace la UE? ¿No cae en saco roto?
Es un argumento que se plantea a menudo, pero hay varias razones por las que las acciones de la UE siguen siendo importantes, incluso si otros grandes contaminantes como EE.UU. o China no actúan al mismo nivel:
- Liderazgo moral y ejemplo: La UE se posiciona como un líder global en la lucha contra el cambio climático. Esto no solo impulsa su reputación internacional, sino que también puede inspirar o presionar a otras naciones a tomar medidas similares.
- Tecnología y economía verde: Al invertir en tecnologías limpias y sostenibles, la UE no solo reduce sus propias emisiones, sino que también desarrolla soluciones que pueden exportarse a otros países. Esto crea oportunidades económicas y facilita la transición verde a nivel global.
- Responsabilidad histórica y equidad: Aunque la UE representa una porción menor de las emisiones globales actuales, históricamente ha contribuido mucho al problema del cambio climático. Reducir emisiones es una forma de asumir su parte de la responsabilidad.
- Efecto dominó en acuerdos internacionales: Cuando grandes bloques económicos como la UE toman medidas, se facilita la negociación de acuerdos internacionales más ambiciosos. Los tratados climáticos suelen depender de compromisos de las principales potencias económicas.
- Beneficios locales inmediatos: Las políticas climáticas no solo se tratan de emisiones globales. Mejoran la calidad del aire, reducen los costos energéticos a largo plazo y aumentan la seguridad energética al depender menos de combustibles fósiles importados.
- Presión económica y geopolítica: A través de medidas como impuestos al carbono en las importaciones (CBAM), la UE puede ejercer presión indirecta sobre otros países. Por ejemplo, si un país quiere exportar a Europa, necesitará adoptar estándares más ecológicos para mantenerse competitivo.
Aunque es frustrante que grandes emisores como EE.UU. y China no actúen con la misma determinación, no hacer nada tampoco es una opción viable. La cooperación internacional, aunque lenta, sigue siendo el camino para abordar el problema globalmente.